La red de redes del terrorismo internacional

Qué es

Al Qaeda significa La Base y es una organización terrorista. Tras más de dos años y medio desde los ataques del 11-S, según el prestigioso Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres, sigue siendo el mayor peligro para EE UU y para el mundo: "Hoy está reconstituida y operando de otra manera, pero es más insidiosa y peligrosa que antes del 11 de septiembre", y sigue siendo "una potente organización terrorista internacional que puede tardar generaciones en ser desmantelada". Según un informe del IISS de mayo de 2004, "su liderazgo está intacto", mientras que aumenta el reclutamiento de militantes, en especial como consecuencia de la guerra de Irak, hasta alcanzar los 18.000 terroristas potenciales.
Jefatura

Osama Bin Laden. Multimillonario de origen saudí, curtido en las guerras afganas contra la Unión soviética, viró sus iras contra EE UU tras la retirada de la URSS.

Ayman al Zawahiri. El 'número dos', nacido en Egipto en 1951, cirujano, abandonó su país en los 80 tras haber pasado años en prisión por su relación con el atentado contra el presidente egipcio Anuar el Sadat. Condenado a muerte en Egipto por ser considerado jefe del grupo terrorista Al Yihad.

Mohamed Atef. El 'número tres'. Nacido en Quenna, Egipto, en 1958, era el jefe del comité militar de al Qaeda, el responsable de los atentados cometidos por la red. Considerado por EE UU como el organizador de los atentados contra las embajadas americanas en Tanzania y Kenia. Entrenaba a militantes y preparaba atentados. Muerto en Kabul durante la ofensiva americana contra Afganistán.

Estructura

Al Qaeda no es una organización visible con estructura definida. Se estructura como una red de redes, es decir, una red de células conectadas entre sí, controladas y financiadas por una célula de dirección encabezada por Bin Laden o sus lugartenientes. No obstante, también podría ser una colección de extremistas radicales islámicos que, en realidad, no están relacionados entre sí y que han adoptado el nombre de Al Qaeda. La opinión más extendida es que se trata de una combinación de ambas cosas. En todo caso se cree que tiene tres comités: religioso, militar y financiero. Podría tener uno más, el de prensa y propaganda.
Cómo funciona

En teoría, consta de una parte muy compacta, organizada y disciplinada, cuyos miembros se comunican a través de canales de comunicaciones codificados y hacen amplio uso de Internet, donde disponen de sitios web en los que incluyen mensajes en clave. La otra parte está compuesta de numerosos extremistas islámicos situados en todos los rincones del mundo, que se identifican como miembros de Al Qaeda cuando la verdad es que no tienen ninguna conexión real entre sí, por lo que resulta mucho más difícil la tarea de quienes intentan dar con ellos.

Financiación

Sus fuentes de financiación son variadas. Tiene negocios propios, creados en su mayoría gracias a la fortuna personal de Bin Laden, una tupida red de empresas, sociedades fantasma y cuentas en paraísos fiscales. Además, fundaciones islámicas encubiertas reciben subvenciones de los estados donde están radicadas o de personajes adinerados. Otra de sus fuentes es la extorsión. También recurre al contrabando, al tráfico de drogas, diamantes o metales preciosos para financiarse. Según el informe del IISS de mayo de 2004, las finanzas de la red terrorista se encuentran en buen estado.

Origen

Aunque no puede hablarse de una fecha oficial de fundación, Al Qaeda surge tras la retirada soviética de Afganistán, en 1988. Es entonces cuando Bin Laden crea un grupo para la “conversión de los países árabes en regímenes musulmanes”. La guerra del Golfo y una operación militar estadounidense en Somalia convencen a Bin Laden de que el enemigo es EE UU.

Capacidad

Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, puede contar con unos 18.000 “terroristas potenciales”. No obstante, tras el 11-S, se dijo que hasta 25.000 terroristas habían pasado por sus campos de entrenamiento sólo en Afganistán. Se especula con que puede tener células durmientes hasta en 60 países. Según el IISS, el grupo de Bin Laden "perdió su base tras el derrocamiento del régimen radical islámico de los talibanes en Afganistán a finales de 2001, pero desde entonces se ha descentralizado y se ha hecho invisible en más de 60 países".

Lucha contra Al Qaeda

Según el director de la CIA, George Tenet, un tercio de los miembros de la dirección de Al Qaeda están muertos o han sido capturados desde que EE UU inició la guerra global contra el terrorismo tras el 11-S. Asimismo, más de 3.000 miembros de la red y de grupos afines han sido detenidos o fichados en más de 100 países. Otra de las ramas de la lucha contra Al Qaeda es la financiera. Miles de cuentas con miles de millones de dólares han sido intervenidas y bloqueadas en todo el mundo.

En España, el juez Garzón ordenó en noviembre de 2001 la detención de 11 personas en Madrid y Granada, con lo que se desarticuló una red terrorista muy vinculada a los ataques del 11-S, que podrían haber sido planeados en España.

Tras los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, 25 personas fueron detenidas y otros siete activistas se inmolaron con explosivos al ser rodeados en un piso de Leganés (Madrid).
Recompensa

EE UU ofrece 25 millones de dólares para aquél que suministre información que conduzca a la detención de Bin Laden.

Principales acciones

11 de marzo de 2004.
11 mochilas cargadas de Goma 2 explotan en cuatro trenes de cercanías de Madrid, causando la muerte de 192 personas y heridas a más de 1.500 en el peor atentado terrorista de la historia de España.


 20 de noviembre de 2003
 Dos atentados simultáneos contra el Consulado General británico y el banco británico HSBC en Estambul.   27 muertos.

15 de noviembre de 2003.
Dos atentados suicidas contra sendas sinagogas en Estambul. 25 muertos.

17 de agosto de 2003.
Ataque contra la sede de Naciones Unidas en Bagdad. 24 muertos, entre ellos, el enviado especial de la ONU a Irak, Sergio Vieira de Mello.

7 de agosto de 2003. Coche bomba contra la embajada de Jordania en Bagdad. 11 muertos.

5 de agosto de 2003. Atentado contra un hotel de Yakarta (Indonesia). 13 muertos.

17 mayo 2003. Cinco atentados sincronizados en Casablanca (Marruecos). 45 muertos.

13 mayo 2003. Oleada de atentados contra barrios residenciales en Riad (Arabia Saudí). Al menos 34 muertos.

30 de diciembre de 2002. Ataque a tiros contra el hospital Baptista de Yibla (Yemen). 3 muertos estadounidenses, dos de ellos mujeres.

29 noviembre 2002. Atentado contra el hotel Paraíso en Mombasa (Kenia). 16 muertos y 80 heridos, en su mayoría turistas israelíes.

12 de octubre de 2002. Atentado con coche bomba contra una discoteca en Kuta, al sur de la isla indonesia de Bali. 191 muertos y más de 300 heridos.

8 de octubre de 2002. Atentado suicida al norte de Kuwait. 1 muerto (marine estadounidense).

6 octubre 2002. Atentado contra el petrolero francés Limburg en Yemen. 12 marineros heridos y un desaparecido.

2 octubre 2002. Atentado en Zamboanga (Filipinas). 2 muertos (1 soldado estadounidense y 1 filipino).

5 septiembre 2002. Atentado en Kabul (15 muertos) y atentado contra el presidente de Afganistán en Kandahar, Hamid Karzai, que escapa ileso.

8 mayo 2002. Atentado con coche bomba en Karachi (Pakistán). 14 muertos (11 de ellos, expertos navales franceses).

11 de abril de 2002. Un camión bomba estalla junto a una sinagoga en la isla de Yerba (Túnez). 19 muertos.

11 septiembre de 2001. Dos aviones pilotados por suicidas derriban las Torres Gemelas en Nueva York, otro se estrella contra el Pentágono, en Washington, y otro se estrella en Pensilvania. Casi 3.000 muertos en el peor ataque terrorista de la historia.

12 octubre de 2000. Una lancha cargada de explosivos se lanza contra el destructor estadounidense ‘USS Cole’ en Yemen. 17 marineros muertos y al menos 40 heridos.

7 agosto de 1998. Atentados contra las embajadas de EE UU en Kenia y Tanzania. 262 muertos y más de 5.000 heridos.

Otros nombres

Jalid Sheikh Mohamed, el 'número cuatro', el hombre que ideó y planificó los atentados del 11-S, detenido en Pakistán en una operación conjunta entre la policía de ese país y agentes del FBI, aunque la captura había sido montada enteramente por la CIA.

Mohamed Atta, el hombre que pilotaba el primer avión que se estrello contra las Torres Gemelas, el vuelo 11 de American Airlines. Definido como amable, decidido, sistemático, estudió aviación en Miami y estuvo ocho años matriculado en la Universidad Técnica de Hamburgo. Pasó por España dos veces poco antes de los atentados del 11-S.

Mohamed Mamduh Salim, de origen sudanés, detenido en 1999 y acusado por Estados Unidos de ser el 'cerebro' financiero de la red terrorista de Osama Bin Laden.

Mustafa Ahmed Hawsawi, considerado tesorero de los atentados del 11-S, detenido junto a Jalid Sheikh en marzo de 2003.

Imaz Edin Barakat, alias Abu Dahdah, español de origen sirio, considerado como el representante en España de la organización de Bin Laden.

Mohamed Alí Hasan Sheich el Mojad, considerado como administrador de finanzas de Bin Laden, detenido en Alemania en enero de 2003.
Curiosidades

Bin Laden es millonario. Su fortuna personal se estima en 300 millones de dólares, fruto de los negocios inmobiliarios de su padre. Tiene 51 hermanos y es ingeniero.


JAVIER SALVATIERRA
El País.com 25/05/2004

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Terroristas jihadistas con una visión del mundo y designios contra el Reino Unido y contra otras democracias.

Muy lentamente, quizá más lentamente que lo que las necesidades estratégicas sugieren, los líderes de EE.UU. y Gran Bretaña han pasado por fin de designar al enemigo como “terrorismo” a identificarlo sólo como “una ideología malvada”. En Washington y Londres, los políticos pronuncian las palabras “ideología criminal”. Según los estándares históricos, esto es un salto significativo. Lo próximo es aclarar la naturaleza de esta ideología y su relación con la Jihad de los extremistas musulmanes contra Occidente.

“Debemos esperar y ver si estos incidentes están vinculados con el terrorismo”. Cuando escuché esta frase pronunciada por presentadores citando a funcionarios de Gran Bretaña tras las explosiones del jueves en el metro de Londres, me dije: los instintos occidentales aún están entumecidos, incluso aunque el progreso en la movilización popular esté claro.

En diversos programas de radio durante la mañana de ayer, comparé la presente lógica legalista en la guerra contra el terror con declaraciones extrañas que los británicos nunca habrían hecho allá por los bombardeos de 1940. Imaginemos solamente que tras cada oleada de bombarderos Nazis, los funcionarios de la ciudad hubieran advertido a los medios de no sacar conclusiones rápidas, diciendo: ¡no sabemos si éstas eran bombas o explosiones de gas! O: ¡Llamémosles bombarderos, pero no Nazis, antes del que mostremos realmente las esvásticas en una sala de tribunal!

En pocas palabras, incluso si vemos el creciente conocimiento acerca de la naturaleza del terrorismo entre la gente corriente, la élite aún nos lastra en el conflicto con el jihadismo. De hecho, o estamos en guerra o no lo estamos. Uno no necesita siete horas tras la segunda oleada de ataques jihadistas de Londres para “atreverse” a describirlos como “de naturaleza terrorista”. ¿Qué más podría ser?

Mientras Occidente peleaba con esta “crisis” de definición, los principales comentaristas del mundo árabe ya exploraban qué grupo jihadista era responsable, mientras, por supuesto, culpaban a Gran Bretaña y a Estados Unidos de los atentados. Irónicamente, hay una zona horaria mental entre Londres y el este del Mediterráneo. Por la mañana, las salas de chat y los cibercafés salafíes ya estaban celebrando la segunda “ghazwa” (incursión) en Londres. Sin importar las muertes, los jihadistas celebraban la “penetración” del sistema británico: “Lan yanjahu fi darb el mujahidín” (no acertarán a golpear a los mujahidin, sic) lanzaba un usuario. Esto era muy indicativo de la ecuación: los presuntos terroristas, al no lograr una muerte en masa, quisieron anotarse un punto; es decir, están en ofensiva. Mientras tanto, sus enemigos infieles estaban ocupados reconstruyendo las evidencias.

Por supuesto, tales investigaciones son obligatorias y normalmente llevan al descubrimiento de información esencial acerca de nuestros enemigos islamistas, pero educar al público en la psicología del odio jihadista es igual de importante. Desafortunadamente, el nivel de análisis en el Reino Unido no está aún al nivel de Occidente. En lugar de pensar estratégicamente y gastar un tiempo público precioso en investigar la infiltración y penetración reales en Occidente de los jihadistas, Reino Unido incluido, empleamos el 80% del espacio en antena y en prensa en sensacionalismo a cámara lenta.


Sí, es importante descifrar si el último ataque es un “copión” del anterior, pero comprender el mensaje detrás de este terrorismo y ser capaces de proyectar futuros atentados es más importante. Deben dedicarse mayores esfuerzos a determinar los planes del enemigo, sus prácticas de reclutamiento y la amplitud y profundidad de sus redes en Gran Bretaña. Por decirlo llanamente, la seguridad nacional de Su Majestad tiene un problema significativo.

No se deriva de la debilidad de los sistemas de seguridad del Reino Unido; se encuentran entre los mejores del mundo. El cáncer terrorista de Inglaterra es el resultado de políticas británicas pasadas respecto al fundamentalismo islámico. Esto no es nada nuevo para los expertos en la jihad. Las puertas de la "Troya británica" estaban abiertas de par en par para los "salafíes troyanos".


Durante años, el influjo de multitudes jihadistas, material doctrinal y libertad de reclutamiento fueron abrumadores. Por supuesto, Bakri y al Masri, los líderes islamistas con base británica, no autorizaron “ghazwas” previas o atentados terroristas. Durante más de una década, al Muhajirun, los diversos grupos “ansar” y los aprendices de Afganistán rondaron por el país de Ricardo Corazón de León sin supervisión y sin contención. En algún momento, estaba escrito que iba a tener lugar un conflicto. Y los recientes intentos de Gran Bretaña por ponerse a nivel de su propia seguridad nacional llevaron a su gobierno a desmantelar el enemigo nacional. Eso a su vez incitó a las células a actuar.

Pero una revisión exhaustiva de las estrategias jihadistas globales nos da otra visión profunda de la confrontación. Al Qaida y la directiva internacional salafí apuntaban a Gran Bretaña incluso antes de que Londres apuntase como objetivo a al Muhajirun y compañía a comienzos del 2005. Es más probable, en mi análisis, que los jihadistas abrieran fuego contra el gobierno de Tony Blair antes de que ordenase desmantelar las redes de Londonistán. Estaba bien entendido por parte de los islamistas radicales y sus aliados que el aliado más precioso de Estados Unidos en la guerra global contra el Terror es el Reino Unido.

Allá por marzo del 2004, al Qaida tumbó a un aliado de Washington. El gobierno del presidente Aznar. En los días posteriores a la “victoria jihadista” de entonces, la retórica salafí y wahabí – en al Yazira y en muchos chats — se centró en lo que llamaron entonces el siguiente capítulo, que es intentar derrocar al gobierno de Blair. La principal discusión en la época fue la ineludible ofensiva contra Gran Bretaña. Pero dado que “los intereses jihadistas” dentro de la ciudad eran grandes, los planificadores jihadistas confiaron en la creciente oposición nacional a la Guerra.


Al Qaida proyectó una posible derrota de Blair en sus elecciones después de la derrota de Bush en sus propias elecciones: una especie de efecto dominó de un lado a otro del Atlántico. Pero esto no ocurrió: en su lugar, Bush, Blair e incluso Howard, de Australia, fueron reelegidos. Lo que es peor, tuvo lugar un realineamiento occidental (incluyendo Washington y París) contra la ocupación del Líbano por parte de Siria y contra las armas de Hezbolá, por no mencionar a Irán. Además, Gran Bretaña se movió contra sus propios islamistas igual que Irak logró celebrar elecciones con éxito el pasado enero.

Por lo tanto, se tomó una decisión a los más altos niveles del jihadismo internacional: ofensiva abierta en Gran Bretaña hasta que el gobierno Blair salga. Pero para los jihadistas, éste no es un tema de tener éxito todo el tiempo. Esa no es la lógica de los jihadistas. Es un tema de persistencia ideológica. Un terrorista suicida no sobrevive para ver el resultado. Y los que toman las decisiones detrás de los atentados no se juegan su credibilidad en el resultado. Quieren romper el sistema de seguridad británico a cualquier precio. En sus mentes, algunas operaciones tendrán éxito y otras no.

Este mes apuntaron al sistema de trenes subterráneos y a un par de autobuses; mañana construirán otros espacios para la violencia. Igual que en Estados Unidos, la seguridad nacional británica debe saltar el vacío de los terroristas. Debería desarrollar una cultura de conocimiento libre de tabús. Las autoridades británicas tienen que bautizar a la ideología detrás de estos atentados para que el público pueda dar forma a sus instintos. Esto no son sólo terroristas que maten a civiles inocentes en fechas concretas.


Estos terroristas son terroristas jihadistas con una visión del mundo y designios contra el Reino Unido y contra otras democracias. Investigar la naturaleza de los explosivos es un proceso normal, pero poner al descubierto la ideología letal y sus ramificaciones en la sociedad es el centro de la batalla. Las noticias relativamente buenas son que tanto el primer ministro británico como el presidente norteamericano, sorprendentemente, se mueven en esa dirección.

Muy lentamente, quizá más lentamente que lo que las necesidades estratégicas sugieren, ambos líderes han pasado por fin de designar al enemigo como “terrorismo” a identificarlo sólo como “una ideología malvada”. En Washington y Londres, los políticos pronuncian las palabras “ideología criminal”. Según los estándares históricos, esto es un salto significativo. Lo próximo es aclarar la naturaleza de esta ideología.

Sólo entonces comenzaremos a comprender las intenciones de los terroristas en Gran Bretaña y en el resto del mundo libre. Sólo entonces seremos capaces de entender que cada “operación” es parte de la constelación global del jihadismo.


El 7 de Julio de Londres, el 11 de Septiembre de Nueva York y el 11 Marzo de Madrid, todos son ataques “tras la línea de fuego de los infieles”. Cuando comencemos a pensar según la lógica jihadista, no sólo comprenderemos los objetivos últimos de estos actos terroristas, exitosos o no; puede que hasta comencemos a proyectar su camino, y en última instancia los evitemos.

Por Walid Phares.
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