Esta sí es una guerra justa.


Amos Oz es uno de los principales escritores israelíes contemporáneos.
Fuera de la literatura, es conocido sobre todo por sus opiniones pacifistas y críticas con las políticas de ocupación de territorios de los sucesivos gobiernos israelíes.

Fue uno de los fundadores del movimiento pacifista Shalom Ajshav ("Paz Ahora"), hace treinta años y ha mantenido básicamente su actitud pacifista durante todo este tiempo.
Ha firmado manifiestos junto a escritores palestinos en favor de la Paz y en contra de la ocupación de los territorios palestinos en disputa.

Por eso, su opinión (otras veces ampliamente difundida en Europa, cuando critica a su propio Gobierno, no así esta vez) es importante conocerla también esta vez:

Muchas veces en el pasado el Movimiento de Paz Israelí criticó las operaciones militares de Israel. Esta vez no. Esta vez la guerra no es por la expansión ni la colonización por parte de Israel. No hay ningún territorio libanés ocupado por los israelíes. Tampoco reclamos territoriales de uno ni de otro.

El miércoles pasado, Hezbolá lanzó, sin provocación previa, un cruel ataque contra territorio israelí. Fue, en realidad, un ataque contra la autoridad y la integridad del gobierno libanés ya que Hezbolá, al atacar, también se apoderó de la prerrogativa del gobierno libanés de controlar su propio territorio y tomar decisiones sobre la guerra y la paz.

El Movimiento de Paz Israelí se opone a la ocupación y la colonización de Cisjordania. Se opuso a la invasión israelí del Líbano en 1982 porque esa invasión tenía el objetivo de desviar la atención mundial del problema palestino. Esta vez, Israel no está invadiendo el Líbano. Se está defendiendo de un hostigamiento diario y del bombardeo de decenas de nuestros pueblos y ciudades y trata de aplastar a Hezbolá allí donde esté al acecho.

El Movimiento de Paz Israelí debería respaldar la intención de Israel de autodefenderse, así de sencillo, mientras esta operación militar tenga como principal objetivo a Hezbolá y no atente, en la medida de lo posible, contra la vida de civiles libaneses (una tarea no siempre fácil ya que los artilleros de misiles del Hezbolá frecuentemente usan a civiles como escudos humanos).

Los misiles de Hezbolá son suministrados por Irán y Siria, ambos países enemigos declarados de todas las iniciativas de paz en Medio Oriente.

No puede haber ningún punto de comparación moral entre Hezbolá e Israel. El primero ataca a civiles israelíes adonde estén en tanto que el segundo ataca mayormente a Hezbolá.

Las tenebrosas sombras de Irán, Siria y el fundamentalismo islámico rondan sobre los pueblos y ciudades de donde emanan densas columnas de humo a ambos lados de la frontera libanesa-israelí. Esas sombras tenebrosas están al mismo tiempo sometiendo y anulando a la sociedad civil libanesa que hacía poco acababa de liberarse, por medio de una lucha heroica, de una larga colonización siria.

La verdadera guerra hoy no es en absoluto entre Beirut y Haifa sino entre una coalición de naciones que aspiran a lograr la paz: Israel, el Líbano, Egipto, Jordania, y Arabia Saudita por un lado, y el fanatismo islámico, exacerbado por Irán y Siria, por el otro.

Si, como todos esperamos, (tanto los beligerantes o halcones como los pacifistas o palomas israelíes), Hezbolá es derrotado pronto, Israel y el Líbano serán los triunfadores. Además, la derrota de una organización terrorista islámica militante podría aumentar significativamente las posibilidades de alcanzar la paz en la región.

Traducción de Luis Hugo Pressenda
Publicado en La Nación de Argentina el 19-07-2006