Israel se defiende, Europa (y España) ataca


Desde la pasada semana estamos asistiendo a una crisis en Oriente Próximo similar a las que se vivieron en los años 80 en Líbano y Palestina. Como entonces, Europa se mueve entre la tibieza y el claro antisemitismo izquierdista.

Parecía que algunos tenían ciertas esperanzas de paz cuando las autoridades israelíes, pese a la opinión en contra de gran parte de la prensa y movimientos israelíes, comenzó a ceder territorios con la salida de la franja de Gaza, el repliegue en el sur del Líbano, el abandono de la península del Sinaí.

Pese a que la victoria de Hamas nos hacía temer que la situación se complicase, muchos analistas vieron en esa victoria una esperanza: el unirse a las instituciones les hará ‘moderarse’ por el bien de su propio pueblo, decían. Nada más lejos de la realidad.

Los continuos problemas de coordinación y criterio entre el gobierno de Hamas y el presidente palestino Mahmoud Abbas (Abu-Mazen) en lo referente a las relaciones con Israel estaba llevando al reciente gobierno palestino a la parálisis. Ante esta situación, la respuesta suele ser de manual en política: ante la descomposición interna, enemigo exterior. ¿Y quién está más cercano que Israel?


Las diferentes provocaciones de Hamas (como el seguir negando el reconocimiento a Israel, atentados frustrados, etc.) no han encontrado respuesta por parte de Israel. Se hacía necesaria una provocación lo suficientemente fuerte para que el ‘león dormido de Daniel’ despertara. Y lo hicieron con el secuestro de Gilad Shalit, un soldado israelí de tan sólo 19 años. Las demandas israelíes para que fuera devuelto no fueron escuchadas e Israel comenzó el bombardeo sobre Gaza.

He aquí el filón que los estados ‘terroristas’ Irán y Siria estaban esperando para comandar la ‘yihad’ contra ‘los sionistas’ (sic). Con apoyo militar de estos dos países, la guerrilla libanesa Hizbullah realiza una incursión en territorio israelí, asesina a tres soldados y secuestra a otros dos más.


Una vez más, la respuesta del gobierno de Olmert es firme, pero sensata, pidiendo la liberación de sus soldados antes de actuar. Nuevamente la negativa de los terroristas lleva a Israel a actuar sobre las posiciones de Hizbullah.

Hasta aquí la historia, pero como de costumbre surge también el antisemitismo patológico de una izquierda enferma de ideas y repleta de eslóganes y la tibieza de una derecha que no se atreve a condenar la raíz de los problemas.


Las imágenes de niños libaneses huyendo de las bombas judías se repiten en los noticiarios, mientras los misiles lanzados sobre suelo israelí se disparan desde rampas en escuelas y hospitales.

Los líderes de Hizbullah se esconden en los barrios más populosos, buscando por un lado protección y por otro las imágenes que condenen a Israel ante una opinión pública sensiblera que, como si de un inmenso ‘Salsa Rosa’ se tratara, piensa más con la víscera que con la cabeza.

Desde la primera Intifada, los árabes, que sienten un desprecio absoluto por la vida humana individual han colocado a sus hijos delante de los tanques israelíes, porque siempre es más importante la ‘causa’ que la persona. Simplemente despreciable.

Pues ante estos hechos, sólo los EEUU han mostrado apoyo al estado agredido, Israel, y unos han optado por condenas generales, otros quieren intervenir en la zona igualando a víctimas (Israel) y verdugo (Hizbullah y Hamas), y por último están los más despreciables entre esas posturas: las de gobiernos como Venezuela, Cuba o España que no sólo se muestran tibios, sino que decididamente acusan a Israel de ser el culpable.


El propio presidente Rodríguez Zapatero instaba a Israel (no a Hizbullah) a ‘imponer la autoridad que deriva de Naciones Unidas y haga todos los esfuerzos para terminar con esta locura de hostilidades que puede tener graves consecuencias’.

El propio partido del gobierno ha convocado una manifestación en la que se instaría a Israel a no defenderse ante los ataques terroristas. Pero no debe esto sorprender a nadie. Este mismo gobierno pacta hoy con terroristas mientras acusa de ‘antidemócratas’ a la oposición legítima.

Un Gobierno que se sienta en la mesa con terroristas mientras no devuelve las llamadas al líder de la oposición. Un Gobierno que, incumpliendo su palabra de esperar unos meses, retira a sus tropas de un conflicto de forma inmediata, dando a los terroristas una victoria inesperada. Cobardía ante el terrorismo, firmeza ante los que sabe pacíficos.

Esta es la situación de una Europa (y una España) que no ha aprendido del 11 de septiembre, el 7 de julio y demás atentados islámicos. Una Europa que tras haber renunciado a sus raíces judeo-cristianas, de demoler el edificio legal y moral que más de dos mil años de historia construyeron, pone hoy la cabeza debajo de la cimitarra islámica confiando en que se apiaden de ella. Una Europa que cada vez es un poco más, como nos alerta Oriana Fallaci,
Eurabia.

Miguel Angel Almela Martínez es periodista. Ha desarrollado proyectos de puesta en marcha de Sistemas Editoriales, ha sido responsable de comunicación de varias empresas y subdirector de la revista "A todo motor".