SEGUNDO DESAFÍO. El régimen iraní ya envió dos buques de guerra a la zona en febrero de 2011. No ocurría desde 1979 - Foto: Ap
A la sensación de tensión generalizada con Irán por los comentarios continuos sobre la posibilidad de una guerra, se agregaron los sucesos de los últimos días. Ayer, una flotilla compuesta por un destructor y un buque de suministro de la Armada de Irán fondeó frente al puerto sirio de Tartus tras haber entrado en el Mediterráneo a través del Canal de Suez.
En lo que parece ser una serie de intentos de venganza contra Israel por la desaparición de científicos nucleares que Irán atribuye al Mossad, esta misma semana se han llevado a cabo atentados contra blancos israelíes en distintos países. En Nueva Delhi resultó herida la esposa de un diplomático israelí a cuyo coche adhirieron una carga explosiva; en Tibilisi, Georgia, se frenó a tiempo un atentado del mismo estilo, y en Bangkok fueron detenidos varios agentes iraníes responsables de explosiones en la capital tailandesa, pero sin haber logrado alcanzar a los blancos israelíes que buscaban.
Este tipo de situaciones siempre dan a Israel la sensación de guerra en varios frentes. Yoram Schweitzer, experto en terrorismo y Yihad Global en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv, cree que en el terreno hay ahora lo que llama «armonía de vengadores», en referencia a Irán y su proxy Hizbulá. «Y sugiero no creer que los atentados de esta semana fueron los últimos», advierte con firmeza. El frente del terrorismo internacional, en el que Irán ha atacado estos días, no está desconectado del programa nuclear, sino íntimamente ligado a los intentos «secretos» de frenarlo sin tener que llegar a un operativo.
De hecho, ayer el ministro británico de Exteriores, William Hague, alertó de que las pretensiones nucleares de Irán pueden desencadenar «una nueva guerra fría» en Oriente Medio, lo que podría ser un «desastre» en las relaciones internacionales. Todo aquel que lea estos días la prensa local en Israel puede sentir una profunda confusión. Atacar las instalaciones nucleares de Irán, ¿sería la solución a la amenaza que Israel percibe de la República Islámica o el comienzo de un nuevo problema? Nadie puede asegurarlo plenamente y el dilema embarga tanto a los expertos como al ciudadano de a pie.
Según una encuesta del diario «Haaretz», el 41% de los israelíes está a favor de atacar a Irán, mientras que el 39% se opone. Si bien un 20% de los encuestados dijo no saber qué es lo correcto. Y es que los propios expertos están divididos. «Tanto atacar como abstenerse de hacerlo es peligroso», dice el general Giora Eiland, ex asesor de Seguridad Nacional de Israel. No actuar, podría significar que Irán se convierta realmente en una potencia nuclear capaz de extorsionar al mundo y, lo peor para Israel, capaz de apretar el botón y lanzar la bomba atómica contra el Estado judío.
Hace tan sólo una semana, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenai, dijo que «Israel es un cáncer que debe ser extirpado de la región». «No me parece que el primer ministro de Israel puede permitirse hacer posible esa situación», asegura el Dr. Ronen Bergman, experto en seguridad y especializado en Irán. «Sentirá que es su responsabilidad impedirlo».
Un ataque con represalias
De fondo, habrá quienes critiquen la «mentalidad de sitio» de los israelíes. Pero el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, el Teniente General Beni Gantz, recuerda que el suyo es el único país del mundo cuya existencia misma es amenazada por un enemigo: Irán.
Por otra parte, atacar y lanzar una ofensiva militar contra Irán, tiene sus propias complicaciones. Nadie duda de que un ataque a las instalaciones del programa nuclear de Irán desencadenaría duras represalias contra Israel, probablemente en forma directa y también a través de sus «clientes» o protegidos en la zona, muy especialmente la milicia proiraní Hizbulá, en Líbano. En el «mejor» de los casos, caerían misiles en varios frentes y se estima que la gran metrópolis de Tel Aviv sería el blanco preferido.
Lo que aumenta la confusión es que por un lado crece el tono amenazante de la cúpula gubernamental –especialmente del primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Ehud Barak– y por otro, en el terreno, parecería que cosas básicas para una situación de guerra con Irán no están listas. Pero el tono que irradia de las máximas figuras encargadas de la defensa de Israel, es de creciente advertencia. «Más tarde podría ser demasiado tarde», dijo recientemente Barak.
El operativo no sería sencillo. Además, no hay garantía de que se logre dañar seriamente el programa nuclear de Irán (cuyas instalaciones están dispersas por todo el país, muy protegidas y algunas hasta ocultas bajo tierra) y que en el «mejor» de los casos, se podría sólo retrasar un año, no neutralizarlo. Y esto, sin hablar del precio que Israel pagaría en términos, al menos, de una segura respuesta de Irán, tanto directamente como usando a sus proxys, Hizbulá y Hamas. «Cada opción tiene un precio», dijo categóricamente Barak. En pocas palabras, ahí está el dilema.
En revelaciones que hizo Barak al Dr. Ronen Bergman, experto en seguridad e inteligencia, queda claro que antes de decidir, Israel tomará en cuenta tres consideraciones claves: su habilidad de actuar en forma efectiva, la legitimidad internacional que haya para un ataque y la necesidad de acción militar.
La amenaza mundial de los ayatolás
Las exigencias de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para que Irán demuestre que no está construyendo la bomba atómica no han sido suficientes para convencer a Ahmadineyad. La nueva planta nuclear iraní para el enriquecimiento de uranio estará operativa en pocos días.
Antecedentes
El enfrentamiento que mantienen Irán e Israel es cada vez menos secreto. La tensión crece a medida que el régimen de los ayatolás endurece sus amenazas.
1.- Atentados
El 11 de enero un científico que trabajaba en una planta de enriquecimiento de uranio fue asesinado. Irán señaló a EE UU y a Israel de estar detrás.
2.- Bombas lapa
Una célula iraní atacó el lunes las embajadas israelíes en Bangkok, Nueva Delhi y Tibilisi. La Policía investiga la relación de los atentados.