Nedim Hasic. -Sarajevo, 3 abr (EFE).- Bosnia es un país fracturado por líneas étnicas, sin apenas capacidad para consensuar su pasado ni afrontar el futuro, cuando se cumplen 20 años del inicio de la contienda más sangrienta en Europa desde la II Guerra Mundial, que enfrentó durante tres años a musulmanes, serbios y croatas.
Los dos entes autónomos que forman el país -el común de musulmanes y croatas, y el serbio- así como los tres pueblos, funcionan por su cuenta.
Las instituciones centrales, las comunes de los tres pueblos, representan un conjunto de intereses que casi nunca coinciden, con una clara falta de cooperación que permita un funcionamiento eficaz del Estado compartido.
"La guerra es todavía el elemento que domina en todos los acontecimientos de la sociedad de Bosnia-Herzegovina", declaró a Efe el analista Sacir Filandra, decano de la Facultad de Ciencias Políticas en Sarajevo.
"A muchos, me refiero a las personas en el poder, les conviene tal situación por su incapacidad para ir adelante. No hay ideas nuevas, no hay una nueva mentalidad ni entendimiento en la sociedad, y eso lo veo como el problema crucial. Estamos dando vueltas como en un círculo", consideró.
Para el futuro, el lema formal de las principales estructuras políticas es avanzar para ingresar en la Unión Europea (UE).
No obstante, desde hace más de cuatro años, entre los políticos musulmanes, serbios y croatas no hay consenso sobre las reformas para un funcionamiento consolidado de las instituciones centrales de cara a agilizar el paso a la integración euroatlántica.
Muchos serbios prefieren mantener la amplia autonomía de su entidad, los musulmanes abogan por la centralización y la abolición de los entes, y a los croatas les gustaría tener una entidad propia.
Bosnia es uno de los países más pobres de Europa y tiene un 40 % de desempleo; aún así, los temas sociales son secundarios frente a una clara agenda política nacionalista.
"Los temas nacionales son los dominantes en las elecciones, y todos los demás problemas de la vida, los asuntos sociales, de desarrollo, democráticos y otros han sido descuidados", declaró a Efe el analista Momir Dejanovic, de la ONG Centro para una Política Humana.
Según Dejanovic, pocos dicen que la guerra fue innecesaria y errónea, y "domina la tendencia de justificar la guerra como una defensa ante el otro", ya sea musulmán, serbio o croata.
"Este 'otro' es todavía un peligro del que hay que protegerse, de modo que hoy en las elecciones un 90 % de los ciudadanos dan su voto a los partidos del pueblo al que pertenecen", indicó.
Veinte años después del conflicto, los bosnios, no sólo los políticos, sino también los intelectuales o historiadores, no pueden ponerse de acuerdo ni sobre la fecha y el origen de la guerra.
El inicio oficial fue el 6 de abril de 1992, cuando la UE reconoció la independencia de Bosnia. El mismo día, los francotiradores serbobosnios dispararon contra unos manifestantes en el centro de Sarajevo.
Para los serbios, el inicio del conflicto fueron los disparos de unos delincuentes musulmanes en marzo de ese año contra un cortejo nupcial serbio, en el que murieron dos personas.
Para los musulmanes, fueron los ataques de los serbios, que tuvieron en su mano la mayoría del armamento del antiguo ejército yugoslavo, y que asediaron Sarajevo durante toda la guerra.
El cerco más largo de la historia contemporánea se cobró casi 11.000 vidas, entre ellas más de mil niños.
En lo que sí coinciden todos es en acusar a la comunidad internacional de no haber reaccionado a tiempo durante la descomposición de la antigua Yugoslavia.
El director de teatro sarajevita Haris Pasovic señaló en declaraciones a Efe que después de la muerte, en 1980, del líder comunista yugoslavo Josip Broz Tito, "se intensificaron los procesos nacionalistas en Yugoslavia, y con la caída del Telón de Acero la necesidad de tener Yugoslavia como un 'corredor' diplomático entre el este y le oeste dejó de existir".
Según Pasovic, la impresión de que EEUU no intervendría en caso de una guerra yugoslava, alentó el nacionalismo serbio, seguido de una intensificación de los procesos nacionalistas también en otros pueblos de la federación.
El analista Dragan Jerinic sostiene que después de la muerte de Tito no había persona o institución que pudiera garantizar la estabilidad, y que con la introducción del pluripartidismo se abrió el paso al nacionalismo.
"Los conflictos entre los conceptos nacionales (...) llevaron a la guerra en Yugoslavia. La más sangrienta y trágica fue en Bosnia-Herzegovina, porque dentro de sus fronteras se enfrentaban los intereses de tres comunidades nacionales (musulmanes, serbios y croatas)", según Jerinic. EFE