Detenidas siete personas en EEUU por pretender atentar en el extranjero
Entre sus objetivos figuraban Kosovo, Jordania y Pakistán
El FBI detuvo este lunes a siete personas en la ciudad de Raleigh, en Carolina del Norte, acusadas de planear ataques terroristas en el extranjero. La célula profesaba una ideología islamista extrema, y entre sus objetivos figuraban Kosovo, Jordania y Pakistán, pero no tenía ninguna vinculación con Al Qaeda.
La noticia ha servido para aumentar el temor en los EEUU a que algún grupo de musulmanes radicalizados norteamericanos pueda perpetrar algún atentado terrorista en el país.
Según ha informado la Fiscalía, el líder del grupo, Daniel Patrick Boyd, de nacionalidad norteamericana, había sido adoctrinado en varios campos de entrenamiento en Afganistán y Pakistán entre los años 1989 y 1992. Gracias a su experiencia, habría creado una organización para entrenar a terroristas, y financiar sus acciones en el exterior.
Las autoridades han informado también los detenidos que no planeaban atentar en los Estados Unidos, u otros países occidentales. Las siete personas, entre las que se incluyen dos hijos de Boyd, habrían viajado ya a Gaza, Israel, Pakistán, Jordania y Kosovo para preparar los atentados.
"Estos cargos demuestran que los terroristas y sus seguidores no se encuentran sólo en regiones remotas de países lejanos, sino que pueden crecer aquí en casa", ha declarado George E.B. Holding, el fiscal federal de Carolina del Norte.
Incautación de armas
Se han incautado varias armas a los sospechosos, entre ellas rifles, y balas que penetran prendas blindadas. Además de conspiración para asesinar, secuestrar, y herir personas en el extranjero, se les ha acusado de proporcionar apoyo a grupos terroristas. Sus actividades fraudulentas se habrían iniciado en 2006, pero no habrían incluido aún la realización de ningún ataque.
Los arrestos en Carolina del Norte se producen la misma semana que se ha conocido que está a punto de empezar el juicio contra Bryant Neal Vinas, un norteamericano converso al Islam de 26 años. Neal, que se cambió el nombre a Bashir 'el americano', está acusado de disparar morteros contra una base americana en Afganistán el pasado septiembre, y de planear un ataque contra el ferrocarril de cercanías de Rhode Island.
El joven ya se había declarado dispuesto a inmolarse en un atentado que habría sido parecido al del 11-M en Madrid. Sin embargo, la dirección de Al Qaeda consideró que aún no estaba preparado, y en noviembre pasado fue arrestado.
Más casos recientes
A estos dos casos, se debe añadir otro reciente: el de una veintena de jóvenes de origen somalí que han desaparecido en los últimos meses para ir a combatir con los 'shabab', un grupo extremista que opera en Somalia, y que está afiliado a Al Qaeda.
Todo ello ha hecho crecer el temor entre las fuerzas de seguridad estadounidenses a que alguna célula de musulmanes norteamericanos radicalizados pueda llevar a cabo atentados en el país. De acuerdo con varios estudios, los musulmanes norteamericanos están mejor integrados en la sociedad que los europeos, lo que ha llevado a algunos analistas a sostener que es improbable que sucedan unos atentados en EEUU como los de Londres en julio del 2005.
Las últimas detenciones ponen en duda esta teoría, y obligarán al FBI a extremar las medidas de seguridad, hasta ahora destinadas sobre todo a evitar la entrada al país de sospechosos de terrorismo.
Noticia: El Mundo.es
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El Consejo Consultivo Muyahidin dice en un comunicado colocado en internet: "Les decimos a los adoradores de la cruz que continuaremos nuestra Yihad y nunca nos detendremos hasta que Dios nos avale para cortar su cuello y enarbolar la bandera del Islam hasta gobernar en todos los pueblos y naciones" Sólo entonces lo único aceptable será la conversión o la muerte por la espada".
El terrorismo islámico vuelve a atacar al turismo en Indonesia
Dos atentados suicidas contra hoteles causan nueve muertos en Yakarta
Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo -el 85% de sus 240 millones de habitantes-, volvió ayer a ser golpeada por el terrorismo islámico.
Dos de los principales hoteles occidentales de la capital sufrieron sendos atentados suicidas que causaron al menos nueve muertos y más de medio centenar de heridos. El presidente, Susilo Bambang Yudhoyono, no dudó en asegurar que los terroristas buscaban romper la confianza de la comunidad internacional en el país.
El distrito financiero de Yakarta, donde se sitúan varios hoteles de lujo frecuentados por empresarios occidentales, fue sacudido a primera hora de la mañana por dos explosiones casi consecutivas en las cafeterías del Ritz-Carlton y del JW Marriott, donde los huéspedes desayunaban. En el ataque del JW Marriott, la policía informó de que los suicidas se hospedaron el miércoles y ensamblaron las bombas en su habitación. Un tercer artefacto fue hallado y desactivado en un maletín de ordenador en el piso 18.
Entre las decenas de heridos hay numerosos occidentales. Los jugadores del equipo de fútbol británico Manchester United tenían previsto alojarse en el Ritz-Carlton a su llegada, hoy sábado, a Yakarta, pero tras los atentados cancelaron el viaje.
El Departamento de Estado de EE UU precisó que ocho de los heridos son ciudadanos estadounidenses. El presidente Barack Obama ha condenado los atentados y ha ofrecido la colaboración de Washington para acabar con la violencia extremista en ese país.
"Condeno con firmeza los atentados de esta mañana en Yakarta y quiero extender mis más profundas condolencias a todas las víctimas y a sus familiares", afirmó Obama en una declaración distribuida por la Casa Blanca.
El Marriott ya fue atacado en agosto de 2003, en un atentado que costó la vida a 12 personas, incluido un ciudadano holandés. Desde entonces, todos los grandes hoteles de la capital se dotaron de fuertes medidas de seguridad, que incluían detectores de metales, arcos y un estricto control en los accesos. Un año antes, la isla de Bali, situada en el sur del archipiélago, sufrió el atentado más sangriento de la historia de Indonesia, con 202 muertos, de los que 88 eran turistas australianos.
Yudhoyono, reelegido el pasado 8 de julio con el 60% de los votos, precisamente por haber logrado mejorar la seguridad del país y su economía, aseguró que los culpables serán detenidos. El Gobierno ejecutó el pasado noviembre a tres militantes integristas vinculados supuestamente a los atentados de Bali.
El Gobierno de Yudhoyono ha desatado una lucha sin cuartel contra los radicales islámicos. En estos años han sido detenidos más de 300 supuestos miembros de Yemaa Islamiya, una organización panasiática que pretende el establecimiento de un Estado islámico en Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Filipinas. Fue fundada en Malaisia por el mulá Abu Bakar Bashir y el extremista Abdulá Sugkar, ambos indonesios que huyeron de la dictadura de Suharto y volvieron al país con la caída de su régimen, en 1998.
Ataques contra hoteles de lujo
- Bombay, noviembre de 2008. Hoteles Taj Mahal y Oberoi: 175 muertos. Grupo sospechoso: Lashkar-e-Toiba.
- Islamabad, septiembre de 2008. Hotel Marriott: 60 muertos. Al Qaeda.
- Ammán, 2005. Hoteles Radisson y Grand Hyatt: 57 muertos. Al Qaeda.
- Taba, 2004. Hotel Hilton: 34 muertos. Egipto acusó a Al Qaeda del ataque.
- Yakarta, 2003. Marriott: 12 muertos. Al Qaeda.
- Bali, 2002. Complejo turístico de Kuta: 202 muertos. Yemaa Islamiya.
El Pais.com
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Atentados islamistas,
Indonesia
Atentados terroristas en YaKarta
Nueve muertos en dos atentados contra dos hoteles en Indonesia
Horas después del doble atentado, un coche bomba estalló cerca de un centro comercial en el norte de Yakarta, y como conseucencia dos personas más podrían haber perdido la vida.
Yakarta.- Al menos nueve personas murieron hoy y 42 resultaron heridas en dos atentados ocurridos en los hoteles Marriott y Ritz-Carlton del centro de la ciudad de Yakarta, en la isla de Java, según informó la Policía indonesia.
Horas después, un coche bomba estalló cerca de un centro comercial en el norte de Yakarta, y como conseucencia dos personas más podrían haber perdido la vida en este nuevo ataque aunque se desconocían los detalles.
Las explosiones fueron "bombas terroristas", según confirmó el portavoz de la Presidencia, Dino Patti Djalal, en declaraciones a la cadena Metro TV. "Está claro que no se trata de una explosión de gas sino de bombas terroristas", señaló el portavoz. Las dos bombas, que estallaron en los hoteles situados en el distrito financiero de Kuningan, se cobraron hasta el momento la vida de nueve personas mientras que otras 42 resultaron heridas. Entre las víctimas hay extranjeros.
La Policía acordonó el área donde se produjeron las dos explosiones y hasta donde se desplazaron ambulancias y un grupo de soldados. El primer artefacto hizo explosión en el Marriott sobre las 7:50 hora local (2:50 hora peninsular) y cinco minutos después el segundo hizo lo propio en el Ritz-Carlton. La distancia entre ambos hoteles es de 50 metros.
"Se escuchó un fuerte estallido que sacudió el edificio, luego se registraron otros dos más", dijo uno de los huéspedes del hotel, Don Hammer, quien abandonó su habitación en el momento de la explosión, según informa la cadena CNN.
A las afueras de los edifcios se agolpaban un centenar de personas, muchos de ellos turistas que estaban alojados en el hotel, según informó la Policía que explicó que entre las víctimas mortales se encontraban varios extranjeros.
Testigos del lugar presenciaron cómo las víctimas, entre ellas varios ciudadanos extranjeros, eran trasladadas en ambulancias a centros médicos cercanos, según informa la cadena Metro TV.
El portavoz de la Policía de Yakarta, Chrysnanda Dwilaksana, confirmó la muerte de las víctimas, y agregó que "otras muchas" personas resultaron heridas y fueron trasladadas a los hospitales más cercanos. "Se han registrado explosiones en los dos hoteles. Todavía estamos intentando averiguar lo sucedido y prestando ayuda a las víctimas", dijo, por su parte, el jefe de Policía del sur de Yakarta, Firman Santyabudi.
Uno de los centros médicos informó de que habían recibido diez heridos como consecuencia de las detonaciones, mientras que el hospital MMC Kuningan recibió otras 29 víctimas, según informa la agencia Antara News que añade que se desconocía el estado de salud de los heridos.
Hora punta
Algunas ventanas del edificio del Ritz-Carlton quedaron completamente destrozadas, la mayoría pertenecían a los plantas más bajas. Lo estoy viendo desde mi oficina", dijo una testigo identificada como Myra Junor y que trabaja en un edificio cercano.
En concreto, la explosión se produjo en la segunda planta del edificio, donde se encuentra el restaurante el cual estaba lleno de gente ya que era la hora del desayuno, informó el testigo y productor de televisión, Greg Woolstencroft.
La fuente explicó que estuvo viviendo durante un año en el lujoso hotel antes de mudarse a su apartamento actual y se mostró sorprendido por cómo los presuntos terroristas burlaron las medidas de seguridad. "Simplemente no entiendo cómo puede entrar alguien y poner una bomba", lamentó.
Los jugadores del equipo de fútbol británico Manchester United tenían previsto alojarse en el hotel Ritz a su llegada a Yakarta mañana sábado.
Por su parte, Lydia Ruddy, residente de la zona, dijo a Reuters que veía escombros por toda la zona. Ruddy escuchó la explosión y vio como salía humo del hotel Marriott. Cinco minutos después escuchó la explosión en el hotel Ritz-Carlton.
Un turista australiano explicó a una radio local que su hijo resultó herido como consecuencia de la deflagración en el hotel Marriott y fue trasladado al hospital.
A la luz de las elecciones
Los atentados de hoy contrastan con el carácter pacífico con el que se celebraron los comicios parlamentarios el pasado mes de abril y los presidenciales al comienzo de este mes.
"Esto supone un shock sobre todo tras las tranquilas elecciones celebradas durante este año. Los inversores estarán muy pendientes de lo sucedido", dijo por su lado el economista Prakriti Sofat.
El hotel Marriott resultó gravemente dañado tras la explosión de un coche bomba en 2003 que acabó con la vida de 12 personas. El incidente coincidió con un período en el que los milicianos islamistas llevaron a cabo numerosos ataques, incluido el doble atentado de Bali de 2002, en el que murieron 202 personas. (Ep)
Gaceta.es
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Horas después del doble atentado, un coche bomba estalló cerca de un centro comercial en el norte de Yakarta, y como conseucencia dos personas más podrían haber perdido la vida.
Yakarta.- Al menos nueve personas murieron hoy y 42 resultaron heridas en dos atentados ocurridos en los hoteles Marriott y Ritz-Carlton del centro de la ciudad de Yakarta, en la isla de Java, según informó la Policía indonesia.
Horas después, un coche bomba estalló cerca de un centro comercial en el norte de Yakarta, y como conseucencia dos personas más podrían haber perdido la vida en este nuevo ataque aunque se desconocían los detalles.
Las explosiones fueron "bombas terroristas", según confirmó el portavoz de la Presidencia, Dino Patti Djalal, en declaraciones a la cadena Metro TV. "Está claro que no se trata de una explosión de gas sino de bombas terroristas", señaló el portavoz. Las dos bombas, que estallaron en los hoteles situados en el distrito financiero de Kuningan, se cobraron hasta el momento la vida de nueve personas mientras que otras 42 resultaron heridas. Entre las víctimas hay extranjeros.
La Policía acordonó el área donde se produjeron las dos explosiones y hasta donde se desplazaron ambulancias y un grupo de soldados. El primer artefacto hizo explosión en el Marriott sobre las 7:50 hora local (2:50 hora peninsular) y cinco minutos después el segundo hizo lo propio en el Ritz-Carlton. La distancia entre ambos hoteles es de 50 metros.
"Se escuchó un fuerte estallido que sacudió el edificio, luego se registraron otros dos más", dijo uno de los huéspedes del hotel, Don Hammer, quien abandonó su habitación en el momento de la explosión, según informa la cadena CNN.
A las afueras de los edifcios se agolpaban un centenar de personas, muchos de ellos turistas que estaban alojados en el hotel, según informó la Policía que explicó que entre las víctimas mortales se encontraban varios extranjeros.
Testigos del lugar presenciaron cómo las víctimas, entre ellas varios ciudadanos extranjeros, eran trasladadas en ambulancias a centros médicos cercanos, según informa la cadena Metro TV.
El portavoz de la Policía de Yakarta, Chrysnanda Dwilaksana, confirmó la muerte de las víctimas, y agregó que "otras muchas" personas resultaron heridas y fueron trasladadas a los hospitales más cercanos. "Se han registrado explosiones en los dos hoteles. Todavía estamos intentando averiguar lo sucedido y prestando ayuda a las víctimas", dijo, por su parte, el jefe de Policía del sur de Yakarta, Firman Santyabudi.
Uno de los centros médicos informó de que habían recibido diez heridos como consecuencia de las detonaciones, mientras que el hospital MMC Kuningan recibió otras 29 víctimas, según informa la agencia Antara News que añade que se desconocía el estado de salud de los heridos.
Hora punta
Algunas ventanas del edificio del Ritz-Carlton quedaron completamente destrozadas, la mayoría pertenecían a los plantas más bajas. Lo estoy viendo desde mi oficina", dijo una testigo identificada como Myra Junor y que trabaja en un edificio cercano.
En concreto, la explosión se produjo en la segunda planta del edificio, donde se encuentra el restaurante el cual estaba lleno de gente ya que era la hora del desayuno, informó el testigo y productor de televisión, Greg Woolstencroft.
La fuente explicó que estuvo viviendo durante un año en el lujoso hotel antes de mudarse a su apartamento actual y se mostró sorprendido por cómo los presuntos terroristas burlaron las medidas de seguridad. "Simplemente no entiendo cómo puede entrar alguien y poner una bomba", lamentó.
Los jugadores del equipo de fútbol británico Manchester United tenían previsto alojarse en el hotel Ritz a su llegada a Yakarta mañana sábado.
Por su parte, Lydia Ruddy, residente de la zona, dijo a Reuters que veía escombros por toda la zona. Ruddy escuchó la explosión y vio como salía humo del hotel Marriott. Cinco minutos después escuchó la explosión en el hotel Ritz-Carlton.
Un turista australiano explicó a una radio local que su hijo resultó herido como consecuencia de la deflagración en el hotel Marriott y fue trasladado al hospital.
A la luz de las elecciones
Los atentados de hoy contrastan con el carácter pacífico con el que se celebraron los comicios parlamentarios el pasado mes de abril y los presidenciales al comienzo de este mes.
"Esto supone un shock sobre todo tras las tranquilas elecciones celebradas durante este año. Los inversores estarán muy pendientes de lo sucedido", dijo por su lado el economista Prakriti Sofat.
El hotel Marriott resultó gravemente dañado tras la explosión de un coche bomba en 2003 que acabó con la vida de 12 personas. El incidente coincidió con un período en el que los milicianos islamistas llevaron a cabo numerosos ataques, incluido el doble atentado de Bali de 2002, en el que murieron 202 personas. (Ep)
Gaceta.es
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Se recrudecen los enfrentamientos en Xinjiang
La policía china disuelve una protesta en Xinjiang
URUMQI, China (Reuters) - La policía antidisturbios china disolvió una pequeña manifestación de uigures a la salida de las plegarias del viernes en un barrio musulmán de Urumqi, arrestando a varias personas a las que se llevaron con las manos sobre la cabeza.
El incidente ocurrió mientras Estados Unidos instaba a los líderes chinos a actuar con moderación al reprimir los disturbios en la región de Xinjiang.
Una multitud de varios cientos de personas se concentró cerca de la Mezquita Blanca junto con policías antidisturbios armados con ametralladoras mientras coches blindados de la policía bloqueaban las calles alrededor del edificio y un helicóptero sobrevolaba la zona.
"Ven, así es como tratan a los uigures, como a animales", dijo una mujer.
Cientos de musulmanes uigures abarrotaron la mezquita después de que las autoridades dieran marcha atrás con la decisión de cerrar los templos para minimizar la tensión étnica.
Las fuerzas de seguridad impusieron el control sobre la capital de la región de Xinjiang, pero las plegarias de la tarde estaban poniendo a prueba la capacidad del Gobierno de contener la rabia uigur después de que chinos han, el grupo étnico predominante en todo el país, atacaran el martes sus barrios.
Esos ataques fueron en represalia por la muerte de 156 personas en disturbios que los uigures llevaron a cabo el domingo, el peor brote de violencia de origen étnico que vive la región en décadas.
La decisión de silenciar las plegarias colectivas pudo generar resentimiento, pero miles de soldados y policías antidisturbios parecían listos para sofocar cualquier nueva protesta uigur.
Casi todos los uigures son musulmanes, pero pocos se adhieren a las interpretaciones más estrictas del Islam.
Pekín no puede darse el lujo de perder el control en un vasto territorio que limita con Rusia, Mongolia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Afganistán, Pakistán e India, que tiene abundantes reservas de petróleo y es la mayor región productora de gas natural del país.
Autoridades locales en Kashgar, una ciudad uigur en el sur de Xinjiang, pidieron a los periodistas extranjeros que abandonaran la zona el viernes, citando razones "de seguridad". En algunos casos los periodistas fueron escoltados hasta el aeropuerto.
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el general James Jones, instó a los líderes chinos el viernes a actuar con "apropiada moderación", dijo un alto cargo estadounidense en L'Aquila, Italia, donde los líderes del G8 estaban reunidos.
AVISOS DE SUSPENSIÓN
Otras mezquitas frecuentadas por hui, un grupo musulmán culturalmente afín a los chinos han, abrieron sus puertas el viernes después de que multitudes de unos pocos cientos de fieles empezaran a gritar.
Las mezquitas en el distrito de tiendas principalmente uigur de Urumqi mostraron desde temprano avisos que indicaban que las plegarias habían sido suspendidas.
Un grupo de uigures reunidos en las afueras de la gran mezquita del puente Dong Kuruk dijeron que estaban molestos y decepcionados porque ésta no abriría sus puertas.
"Nos sentimos insultados. Esta es nuestra mezquita. Pero no se nos permite entrar, mientras que entran otros no creyentes", dijo un hombre joven.
El gobernante Partido Comunista chino teme que las grandes reuniones religiosas uigures puedan convertirse en otro catalizador para disturbios después de una semana de violencia étnica.
Los uigures, un pueblo de raíces turcas mayoritariamente musulmán y que comparte lazos lingüísticos y culturales con Asia central, representan casi la mitad de los 20 millones de habitantes de Xinjiang.
El presidente chino, Hu Jintao, quien se vio obligado a abandonar una cumbre del G-8 en Italia por la violencia étnica en Xinjiang, dijo que mantener estabilidad social en la región rica en energía era la "tarea más urgente" del Gobierno.
Se recrudecen los enfrentamientos con el ataque a una mezquita uigur
Urumqi. (EFE).- Un grupo de chinos de la etnia mayoritaria han intentado entrar por la fuerza en la mezquita de Hantengri, en el centro de Urumqi, con el fin de atacar a uigures refugiados en su interior, en un episodio más de la violencia étnica que se vive en las calles de la capital de la región de Xinjiang.
La mezquita, muy próxima al Hotel Hoitak, donde se alojan los periodistas extranjeros que cubren el conflicto, estaba acordonada por los soldados, aunque algunos chinos han, armados con palos, intentaron entrar en varias ocasiones al templo, sin éxito por ahora.
Algunos de ellos aseguraron que no les queda más remedio que tomarse la justicia por su mano, ya que "el Gobierno no puede hacer nada contra los uigures por miedo a la comunidad internacional". Según ellos, los uigures atacaron comercios de los Han en días anteriores y no son oriundos de la ciudad, sino procedentes de otras zonas de la región de Xinjiang, como Kashgar o Yili, que en años anteriores también vivieron incidentes violentos.
Al margen de estos grupos, la ciudad está tranquila, sin automóviles por las calles, mientras que prácticamente todos los uigures están encerrados en sus casas, por temor a las represalias.
A primera hora del día, nuevas protestas de uigures estallaron en la ciudad de Urumqi, capital de la región autónoma de Xinjiang (noroeste), dos días después de los sangrientos incidentes que causaron 156 muertos y más de mil heridos en la misma localidad.
El grupo de manifestantes, muchos de ellos mujeres, rodeó a unos 60 periodistas extranjeros autorizados por Pekín a viajar a la zona a cubrir las protestas, gritando eslóganes y "creando un caos", aseguró un portavoz del gobierno regional.
Por otra parte, la Policía china ha detenido a un total de 1.434 personas por su presunta relación con los disturbios que se registraron el domingo en Urumqi, capital de la región autónoma china de Xinjiang, donde la cifra de fallecidos asciende a 156 personas, según el último balance oficial.
El jefe de publicidad del Partido Comunista de China (PPC) en Xinjiang, Li Yi, informó en declaraciones recogidas a Xinhua, de que 1.379 de los detenidos son hombres y 55 mujeres. "La Policía ha comenzado con los interrogatorios".
Las detenciones también se produjeron en Kashgar, donde los agentes dispersaron a más de 200 personas que se encontraban en el interior de la mezquita principal de la ciudad.
Por otra parte, el gobierno regional de Xinjiang, en el noroeste de China, impondrá el toque de queda en la ciudad de Urumqi a partir de esta próxima noche, según informó la agencia estatal de noticias, Xinhua, mientras miles de manifestantes se han hecho con las calles de la capital regional.
El toque de queda estará en vigor desde las nueve de la noche a las ocho de la mañana del miércoles, según horario local (tres de la tarde a dos de la madrugada en España), según la agencia, que citó al líder regional del Partido Comunista, Wang Lequan. Asimismo, Wang ha pedido que se ponga fin a los enfrentamientos étnicos en la región.
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar: además de algunos disturbios frente a la Embajada China en Holanda y ante el consulado chino de Munich, la canciller alemana, Ángela Merkel, ha pedido reunirse con el presidente chino; mientras que, la ONU se muestra "alarmada" por el número de muertos en la región autónoma de Xinjiang.
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Conflicto Musulmanes - China,
Conflictos étnicos,
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Alá es grande, Xinjiang no es China
Los uigures son un grupo étnico que vive en las regiones del noroeste de la República Popular China, principalmente en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang.
Los uigures tienen su propio idioma, perteneciente al grupo túrquico de las lenguas altaicas.
Historia
Los uigures existieron como federación tribal, gobernada por los Juan Juan entre el 460 y el 545, Conocidos como los huihe o huihi en los documentos chinos, establecieron un khanato [Estado] en el siglo VIII.
Su dominio se extendió desde el Mar Caspio hasta Manchuria y duró entre el año 745 al 840 cuando fueron derrotados por los Kirguiz.
Como consecuencia de la derrota, algunos grupos de uigures emigraron hacia nuevos territorios, incluyendo las actuales regiones de Xinjiang y Gansu en la República Popular China.
Un pequeño grupo de uigures emigró hasta la actual provincia de Gansu alrededor del siglo IX. Ahí se convirtieron al Budismo tibetano. Sus descendientes aún viven en la región y son conocidos como los yugur.
Durante la dinastía Ming, los uigures estrecharon las relaciones con el resto de grupos étnicos que habitan en China. Fue la dinastía Qing la que impusó su control total sobre la zona de Xinjiang a mediados de siglo XVIII. A principios del siglo XX los uigures declararon durante un breve periodo su independencia.
La región pasó a estar bajo el control absoluto de la China comunista en 1949.
Religión
A partir del siglo X, los uigures iniciaron el proceso de conversión hacia la fe musulmana. Antes de la conversión, muchos uigures eran budistas o cristianos (nestorianos).
La religión ha influido de forma notable en los sistemas judiciales, económicos y educativos de las familias uigures. La región de Xinjiang tiene más de 15,000 mezquitas y centros de oración, uno por cada pueblo musulmán.
Separatismo
Parte de la población uigur, compuesta por ocho millones de personas, tiene sentimientos separatistas y se opone a lo que denomina preponderancia cultural impuesta por el Partido Comunista Chino en la región.
El 6 de julio de 2009, La violencia estalló en Urumqi, capital de la región autónoma de etnia uigur de Xinjiang, en el noroeste de China, luego de que creciera el malestar por cómo las autoridades manejaron una reciente crisis entre trabajadores uigures y de la etnia -han-, la mayoritaria en China.
Las autoridades chinas dijeron que al menos 156 personas pertenecientes a la minoría étnica musulmana ligur, murieron durante protestas, otras 800 personas resultaron heridas en las manifestaciones y -luego de que la policía restaurara el orden- cientos de manifestantes quedaron arrestados. Las cifras de muertos reveladas por el propio gobierno de Pekín indican que esta podría ser uno de los enfrentamientos más serios entre las autoridades y manifestantes desde la matanza de hace 20 años en la plaza de Tiananmen, en Pekín. De lograrse la separación, se les reconocería como Uyghurstan o Turquestán Oriental.[cita requerida]
Xinjiang, el otro polvorín étnico del oeste chino
La región autónoma china de Xinjiang, donde las protestas del fin de semana causaron 140 muertos, es desde hace décadas una zona de tensión étnica entre la población musulmana autóctona -principalmente uigur- y la china Han, que domina el gobierno regional y que realiza una política de colonización.
El conflicto, que acaba de vivir uno de sus episodios más trágicos, es similar al que en el vecino Tíbet (al sur de Xinjiang) se vive entre la comunidad china y la tibetana.
Una causa sin su «Dalai Lama»
Sin embargo, la ausencia de una figura de renombre tan internacional como el Dalai Lama, entre otros factores, ha dado a los independentistas uigures -exiliados en países como Turquía, EEUU o Alemania- un menor reconocimiento internacional.
Xinjiang, territorio que los independentistas denominan "Turquestán Oriental" o "Uiguristán", es la más grande de las subdivisiones administrativas chinas, con 1,6 millones de kilómetros cuadrados.
Tiene 19 millones de habitantes, de los que aproximadamente el 46 por ciento son uigures, el 39 por ciento son han (chinos propiamente dichos) y el resto pertenecen a otras etnias predominantemente musulmanas, como los kazajos, los kirguises o los hui.
Los uigures están emparentados con otros pueblos de Asia Central y con los turcos, pueblos con los que comparte similitudes lingüísticas, culturales y religiosas, además del dominio del credo musulmán.
La región fue dominada durante la historia por diversos pueblos, sobre todo, nómadas de Asia del norte y central, aunque también tuvo periodos de influencia o domino chino, en dinastías como la Tang (siglo VII) o la Qing (siglos XVII-XIX).
En medio del caos creado tras la caída del imperio chino en 1911, llegó incluso a proclamarse en la región, y en dos ocasiones, una República del Turkestán Oriental independiente, la primera en 1933-34 y la segunda en 1944-49, esta última de corte soviético e influida por la expansión de la URSS por Asia Central.
Durante décadas, distintas organizaciones han reclamado la independencia de la región, lo que se ha unido a las tensiones étnicas entre los uigures, que llevan varios siglos en la zona y dominan las áreas rurales, y los inmigrantes chinos, concentrados en las ciudades y que controlan el tejido económico y comercial, de forma similar a lo que ocurre en el Tíbet.
Las tensiones se han traducido en numerosos momentos de tensión entre chinos y uigures, como los que se produjeron en 1990 en Barem y en los que murieron unas 50 personas (al hilo de los que hubo en diversas zonas de China paralelamente a las protestas de Tiananmen en Pekín), o los de agosto del año pasado, cuando el país se preparaba para la inauguración de los Juegos Olímpicos.
El incidente más grave en la zona el año pasado ocurrió el 4 de agosto, cuatro días antes de la apertura de los Juegos, cuando según el Gobierno chino dos personas lanzaron granadas contra un puesto fronterizo en la turística ciudad de Kashgar, causando 16 muertos.
China acusa de estas cíclicas tensiones a movimientos terroristas que reclaman la independencia de la región, siendo el más destacado de ellos el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM), que Pekín vincula desde los atentados del 11 de septiembre con Al Qaeda.
Pero organizaciones uigures en el exilio tienen una visión muy diferente del conflicto. Encabezados por activistas como Rebiya Kadeer (exiliada en EEUU y propuesta en varias ocasiones al Nobel de la Paz) acusan a Pekín de utilizar la manida "lucha contra el terrorismo internacional" para reprimir a los uigures y otras poblaciones musulmanas.
La política central de fomento de la emigración de los chinos han a Xinjiang, o la promoción de matrimonios entre éstos y los uigures, son, según estos grupos, pruebas de que China, densamente poblada en el este pero con grandes áreas deshabitadas en el noroeste, busca llevar grandes masas de su población a la zona, con la consiguiente pérdida de la identidad cultural uigur. Al conflicto se une otro importante factor que pesa igualmente en las políticas chinas en Xinjiang.
El omnipresente petróleo
La región es una de las zonas más ricas en recursos energéticos de China, principalmente petróleo y gas natural, además de lugar de paso del crudo de Asia Central a través de los gigantescos oleoductos que unen esa zona con el este del país, más desarrollado y sediento de energía.
EFE | MADRID
6-7-2009 16:28:45
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Los uigures tienen su propio idioma, perteneciente al grupo túrquico de las lenguas altaicas.
Historia
Los uigures existieron como federación tribal, gobernada por los Juan Juan entre el 460 y el 545, Conocidos como los huihe o huihi en los documentos chinos, establecieron un khanato [Estado] en el siglo VIII.
Su dominio se extendió desde el Mar Caspio hasta Manchuria y duró entre el año 745 al 840 cuando fueron derrotados por los Kirguiz.
Como consecuencia de la derrota, algunos grupos de uigures emigraron hacia nuevos territorios, incluyendo las actuales regiones de Xinjiang y Gansu en la República Popular China.
Un pequeño grupo de uigures emigró hasta la actual provincia de Gansu alrededor del siglo IX. Ahí se convirtieron al Budismo tibetano. Sus descendientes aún viven en la región y son conocidos como los yugur.
Durante la dinastía Ming, los uigures estrecharon las relaciones con el resto de grupos étnicos que habitan en China. Fue la dinastía Qing la que impusó su control total sobre la zona de Xinjiang a mediados de siglo XVIII. A principios del siglo XX los uigures declararon durante un breve periodo su independencia.
La región pasó a estar bajo el control absoluto de la China comunista en 1949.
Religión
A partir del siglo X, los uigures iniciaron el proceso de conversión hacia la fe musulmana. Antes de la conversión, muchos uigures eran budistas o cristianos (nestorianos).
La religión ha influido de forma notable en los sistemas judiciales, económicos y educativos de las familias uigures. La región de Xinjiang tiene más de 15,000 mezquitas y centros de oración, uno por cada pueblo musulmán.
Separatismo
Parte de la población uigur, compuesta por ocho millones de personas, tiene sentimientos separatistas y se opone a lo que denomina preponderancia cultural impuesta por el Partido Comunista Chino en la región.
El 6 de julio de 2009, La violencia estalló en Urumqi, capital de la región autónoma de etnia uigur de Xinjiang, en el noroeste de China, luego de que creciera el malestar por cómo las autoridades manejaron una reciente crisis entre trabajadores uigures y de la etnia -han-, la mayoritaria en China.
Las autoridades chinas dijeron que al menos 156 personas pertenecientes a la minoría étnica musulmana ligur, murieron durante protestas, otras 800 personas resultaron heridas en las manifestaciones y -luego de que la policía restaurara el orden- cientos de manifestantes quedaron arrestados. Las cifras de muertos reveladas por el propio gobierno de Pekín indican que esta podría ser uno de los enfrentamientos más serios entre las autoridades y manifestantes desde la matanza de hace 20 años en la plaza de Tiananmen, en Pekín. De lograrse la separación, se les reconocería como Uyghurstan o Turquestán Oriental.[cita requerida]
Xinjiang, el otro polvorín étnico del oeste chino
La región autónoma china de Xinjiang, donde las protestas del fin de semana causaron 140 muertos, es desde hace décadas una zona de tensión étnica entre la población musulmana autóctona -principalmente uigur- y la china Han, que domina el gobierno regional y que realiza una política de colonización.
El conflicto, que acaba de vivir uno de sus episodios más trágicos, es similar al que en el vecino Tíbet (al sur de Xinjiang) se vive entre la comunidad china y la tibetana.
Una causa sin su «Dalai Lama»
Sin embargo, la ausencia de una figura de renombre tan internacional como el Dalai Lama, entre otros factores, ha dado a los independentistas uigures -exiliados en países como Turquía, EEUU o Alemania- un menor reconocimiento internacional.
Xinjiang, territorio que los independentistas denominan "Turquestán Oriental" o "Uiguristán", es la más grande de las subdivisiones administrativas chinas, con 1,6 millones de kilómetros cuadrados.
Tiene 19 millones de habitantes, de los que aproximadamente el 46 por ciento son uigures, el 39 por ciento son han (chinos propiamente dichos) y el resto pertenecen a otras etnias predominantemente musulmanas, como los kazajos, los kirguises o los hui.
Los uigures están emparentados con otros pueblos de Asia Central y con los turcos, pueblos con los que comparte similitudes lingüísticas, culturales y religiosas, además del dominio del credo musulmán.
La región fue dominada durante la historia por diversos pueblos, sobre todo, nómadas de Asia del norte y central, aunque también tuvo periodos de influencia o domino chino, en dinastías como la Tang (siglo VII) o la Qing (siglos XVII-XIX).
En medio del caos creado tras la caída del imperio chino en 1911, llegó incluso a proclamarse en la región, y en dos ocasiones, una República del Turkestán Oriental independiente, la primera en 1933-34 y la segunda en 1944-49, esta última de corte soviético e influida por la expansión de la URSS por Asia Central.
Durante décadas, distintas organizaciones han reclamado la independencia de la región, lo que se ha unido a las tensiones étnicas entre los uigures, que llevan varios siglos en la zona y dominan las áreas rurales, y los inmigrantes chinos, concentrados en las ciudades y que controlan el tejido económico y comercial, de forma similar a lo que ocurre en el Tíbet.
Las tensiones se han traducido en numerosos momentos de tensión entre chinos y uigures, como los que se produjeron en 1990 en Barem y en los que murieron unas 50 personas (al hilo de los que hubo en diversas zonas de China paralelamente a las protestas de Tiananmen en Pekín), o los de agosto del año pasado, cuando el país se preparaba para la inauguración de los Juegos Olímpicos.
El incidente más grave en la zona el año pasado ocurrió el 4 de agosto, cuatro días antes de la apertura de los Juegos, cuando según el Gobierno chino dos personas lanzaron granadas contra un puesto fronterizo en la turística ciudad de Kashgar, causando 16 muertos.
China acusa de estas cíclicas tensiones a movimientos terroristas que reclaman la independencia de la región, siendo el más destacado de ellos el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM), que Pekín vincula desde los atentados del 11 de septiembre con Al Qaeda.
Pero organizaciones uigures en el exilio tienen una visión muy diferente del conflicto. Encabezados por activistas como Rebiya Kadeer (exiliada en EEUU y propuesta en varias ocasiones al Nobel de la Paz) acusan a Pekín de utilizar la manida "lucha contra el terrorismo internacional" para reprimir a los uigures y otras poblaciones musulmanas.
La política central de fomento de la emigración de los chinos han a Xinjiang, o la promoción de matrimonios entre éstos y los uigures, son, según estos grupos, pruebas de que China, densamente poblada en el este pero con grandes áreas deshabitadas en el noroeste, busca llevar grandes masas de su población a la zona, con la consiguiente pérdida de la identidad cultural uigur. Al conflicto se une otro importante factor que pesa igualmente en las políticas chinas en Xinjiang.
El omnipresente petróleo
La región es una de las zonas más ricas en recursos energéticos de China, principalmente petróleo y gas natural, además de lugar de paso del crudo de Asia Central a través de los gigantescos oleoductos que unen esa zona con el este del país, más desarrollado y sediento de energía.
EFE | MADRID
6-7-2009 16:28:45
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China,
Conflicto Musulmanes - China,
Conflictos étnicos
Qué ocurre en China con los uigures musulmanes?
La violencia entre las etnias china y musulmana sume en el caos a la región de Xinjiang
Miles de Han, la etnia mayoritaria del país, se echan a las calles de Urumqi con palos y cuchillos contra los uigures, la población autóctona de religión musulmana, por los disturbios del domingo que dejaron 156 muertos
Palos, barras de hierro, garrotes, machetes de artes marciales, bastones, “nunchakos”, picos y palas y hasta cuchillos de cocinero. Armada con cualquier cosa, una muchedumbre enfervorizada y retroalimentada por el odio colectivo se ha echado hoy a las calles de Urumqi, la capital de la región de Xinjiang donde se viven los peores disturbios de China desde la revuelta tibetana del año pasado y la matanza en la plaza de Tiananmen en 1989.
Pero, en esta ocasión, han sido los Han, la etnia mayoritaria en el gigante asiático, la que ha tomado esta ciudad de dos millones de habitantes para atemorizar a los uigures, la población autóctona de Xinjiang que habla una lengua túrquica, profesa el Islam y ansía la independencia de la región.
Esta multitudinaria manifestación, que inundó el centro de la ciudad desde por la mañana hasta bien entrada la tarde, era una reacción contra los disturbios que los uigures protagonizaron el domingo causando 156 muertos y 1.080 heridos. Ese día, su protesta por la muerte de dos trabajadores uigures a manos de sus compañeros Han en una fábrica al sur de China derivó en una violenta batalla campal. Haciendo estallar la frágil convivencia entre ambas etnias, los uigures atacaron y quemaron las casas, tiendas y coches de los Han y la Policía no dudó en disparar sobre los manifestantes.
“Hemos venido aquí para luchar por la paz y para demostrar que los Han no tenemos miedo”, explicaba a ABC Zhang Yu, una joven armada con una larga barra de hierro. A sus 34 años, esta china Han natural de Shenyang, en la provincia de Liaoning, se quejaba de que trabaja en una agencia de viajes desde hace seis meses y el turismo ha caído por el miedo a los atentados de los terroristas islamistas.
“Unidos somos fuertes”, coreaba la muchedumbre, formada por hombres, mujeres, niños, oficinistas enchaquetados y hasta empleados de los hoteles que habían abandonado sus puestos de trabajo para participar en esta salvaje demostración de fuerza de la etnia Han. “Mi hermano, que tenía sólo 17 años, murió el domingo apuñalado por varios uigures”, gritaba rabioso otro joven con lágrimas en los ojos.
Rompiendo los cristales de los restaurantes de comida tradicional de Xinjiang, la multitud avanzaba hacia el barrio uigur enclavado junto al Gran Bazar y la Mezquita de Urumqi. Alrededor de dicha zona, miles de soldados y agentes antidisturbios habían formado varias barreras que, entre gritos y carreras, los manifestantes iban rompiendo hasta que la Policía empezó a lanzar gases lacrimógenos para impedir que penetraran en el barrio uigur.
Atrincherados en sus casas, unos auténticos cuchitriles en medio de estrechos callejones más propios de un zoco árabe, los uigures se encerraban con candados presas del pánico. En estas ratoneras sin escapatoria, familias enteras rezaban a Alá por sus vidas mientras los jóvenes se pertrechaban también con palos a los que habían adherido unos pinchos para repeler la temida invasión Han.
“Necesitamos libertad porque aquí no se respetan los derechos humanos y no podemos decir lo que pensamos ni expresar nuestra religión”, se quejaba Abdusalam, un muchacho de 17 años en paro – como la mayoría de los uigures – que acompañaba a Abdul, otro hombre de 40 años que aseguraba haber perdido a su hijo pequeño. “El domingo por la tarde salió a jugar con otro amigo y ha desaparecido”, sollozaba Abdul, quien teme que su hijo haya muerto porque “la Policía disparaba contra los uigures, niños incluidos, y luego se llevaba los cadáveres en camiones militares”.
Un niño atrapado
Con la tensión creciendo por momentos, uno de los momentos más peligrosos se vivió cuando la multitud creyó haber localizado a un niño de la etnia uigur que había trepado a un árbol. Mientras el pequeño lloraba aterrorizado, la ruidosa turbamulta lo rodeó zarandeando el tronco y arrojándole palos, haciendo temer un brutal linchamiento colectivo. Por suerte para él, varias personas se arriesgaron a defenderlo asegurando que no era uigur, sino Han, y lo rescataron para que fuera salvado por los soldados, muchos de ellos armados con fusiles y metralletas.
La manifestación se había descontrolado hasta tal punto que todo hacía presagiar un baño de sangre. Por ese motivo, el secretario general del Partido Comunista en Urumqi, Li Zhi, se vio obligado a hacer acto de presencia para calmar los exaltados ánimos. Montado sobre el techo de un todoterreno de la Policía y hablando a través de un megáfono, Li Zhi pidió a la multitud que se dispersara pacíficamente. “No podemos destrozar la ciudad ni atacar a los uigures. La culpa no es de ellos, sino de las fuerzas separatistas que actúan desde el extranjero y de Rebiya Kadeer”, proclamó en alusión a la principal heroína de la causa uigur en el exilio.
Sometidos por la fuerte represión del régimen chino, los uigures son ciudadanos de segunda que temen la pérdida de su identidad cultural y no disponen de los mismos derechos que los Han, que han colonizado esta vasta región del oeste de China que tiene tres veces la superficie de España y es rica en petróleo y minerales. Frente a la sociedad armoniosa que propugna Pekín, las abismales diferencias sociales y económicas entre los Han y los uigures continúan encendiendo la mecha del odio interétnico en la China del siglo XXI. Un gigante que aspira a ser la próxima potencia mundial, pero donde su estabilidad es tan artificial que sólo depende de la mano dura del Gobierno.
«Alá es grande, Xinjiang no es China»
Ataviadas con sus tradicionales pañuelos musulmanes, y al más puro estilo palestino, las mujeres hacían un gran alarde de su dolor llorando desconsoladas, gritando mientras se golpeaban el pecho, arrojándose sobre las tanquetas de la Policía y desmayándose en plena calle.
“¡Alá es grande, Xinjiang no es China!”, vociferaban cientos de jóvenes con el puño en alto ante la atónita mirada de las autoridades chinas, sorprendidas por una manifestación tan espontánea que acabó “reventándoles” la excursión que habían planeado para los periodistas.
Como la tensión iba en aumento, el Ejército volvió a movilizar a los soldados y agentes antidisturbios que habían vigilado el barrio durante la noche, quienes, con la llegada de los periodistas, acababan de marcharse tras terminar sus tarteras de arroz sobre la calzada. De inmediato, cientos de militares y policías, pertrechados con escudos, garrotes y hasta metralletas, rodearon a los manifestantes uigures, pidiéndoles que se dispersaran pacíficamente e intimidándolos con tres tanquetas con cañones de agua.
Pablo M. Diez | Urumqi (China)
ABC.es
Mundos enfrentados
Era cuestión de tiempo que se produjera la explosión de la latente violencia en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang. O Uiguristán, como gustan decir los uigures, musulmanes desde el año 934. En este 17% del territorio chino -tres veces España-, a más de 3.000 kilómetros de Pekín, sus 21 millones de habitantes se reparten en dos mundos que viven permanentemente enfrentados.
Los de etnia han, afines al Gobierno central y dominadores de la vida política y social, han septuplicado su presencia desde 1949, representando ya casi la mitad de la población; en parte gracias al Cuerpo de Producción y Construcción, creado en los años 50 con más de 100.000 militares desmovilizados, que da trabajo a tres millones de han, con un control casi absoluto sobre la economía de la región, a los que se añaden las decenas de miles de militares en activo y sus familias.
Un mundo que no comprende el separatismo, tan contrario a los principios comunistas oficiales del país. Incapaz de entender por qué las etnias minoritarias rechazan el progreso llevado por ellos a la zona.
Enfrente, un pueblo uigur que, al igual que las otras 17 minorías de la región -principalmente kazajos, hui y mongoles-, se siente marginado, explotado y oprimido por Pekín, sólo preocupado de su floreciente costa oriental. Considera que sus derechos humanos no son respetados y que el «mundo armonioso» que reza como lema del 60º aniversario de la llegada al poder del Partido Comunista que se celebrará en octubre es una gran farsa.
Los uigures se ven relegados a un campo pobre, en proceso de desertización, e imposibilitados para salir de un analfabetismo próximo al 30%. Y sin acceso a los fabulosos recursos que sus tierras ancestrales ocultan, todavía sin explotar: el 40% del carbón de toda China, oro, uranio, cobre, plomo, zinc y tungsteno; posibles depósitos inmensos de petróleo; millones de metros cúbicos de gas; y un enorme potencial eólico.
Tapón estratégico ante cualquier intento de invasión, ésta es una zona vital para Pekín, potenciada ahora por ser el corredor comercial y energético con Asia Central y Pakistán. Se ha convertido ya en la primera preocupación de seguridad interna para China y en ejemplo de las grandes amenazas que el extremismo -político y religioso-, el separatismo y el terrorismo le pueden suponer en el futuro.
Ideal.es
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Miles de Han, la etnia mayoritaria del país, se echan a las calles de Urumqi con palos y cuchillos contra los uigures, la población autóctona de religión musulmana, por los disturbios del domingo que dejaron 156 muertos
Palos, barras de hierro, garrotes, machetes de artes marciales, bastones, “nunchakos”, picos y palas y hasta cuchillos de cocinero. Armada con cualquier cosa, una muchedumbre enfervorizada y retroalimentada por el odio colectivo se ha echado hoy a las calles de Urumqi, la capital de la región de Xinjiang donde se viven los peores disturbios de China desde la revuelta tibetana del año pasado y la matanza en la plaza de Tiananmen en 1989.
Pero, en esta ocasión, han sido los Han, la etnia mayoritaria en el gigante asiático, la que ha tomado esta ciudad de dos millones de habitantes para atemorizar a los uigures, la población autóctona de Xinjiang que habla una lengua túrquica, profesa el Islam y ansía la independencia de la región.
Esta multitudinaria manifestación, que inundó el centro de la ciudad desde por la mañana hasta bien entrada la tarde, era una reacción contra los disturbios que los uigures protagonizaron el domingo causando 156 muertos y 1.080 heridos. Ese día, su protesta por la muerte de dos trabajadores uigures a manos de sus compañeros Han en una fábrica al sur de China derivó en una violenta batalla campal. Haciendo estallar la frágil convivencia entre ambas etnias, los uigures atacaron y quemaron las casas, tiendas y coches de los Han y la Policía no dudó en disparar sobre los manifestantes.
“Hemos venido aquí para luchar por la paz y para demostrar que los Han no tenemos miedo”, explicaba a ABC Zhang Yu, una joven armada con una larga barra de hierro. A sus 34 años, esta china Han natural de Shenyang, en la provincia de Liaoning, se quejaba de que trabaja en una agencia de viajes desde hace seis meses y el turismo ha caído por el miedo a los atentados de los terroristas islamistas.
“Unidos somos fuertes”, coreaba la muchedumbre, formada por hombres, mujeres, niños, oficinistas enchaquetados y hasta empleados de los hoteles que habían abandonado sus puestos de trabajo para participar en esta salvaje demostración de fuerza de la etnia Han. “Mi hermano, que tenía sólo 17 años, murió el domingo apuñalado por varios uigures”, gritaba rabioso otro joven con lágrimas en los ojos.
Rompiendo los cristales de los restaurantes de comida tradicional de Xinjiang, la multitud avanzaba hacia el barrio uigur enclavado junto al Gran Bazar y la Mezquita de Urumqi. Alrededor de dicha zona, miles de soldados y agentes antidisturbios habían formado varias barreras que, entre gritos y carreras, los manifestantes iban rompiendo hasta que la Policía empezó a lanzar gases lacrimógenos para impedir que penetraran en el barrio uigur.
Atrincherados en sus casas, unos auténticos cuchitriles en medio de estrechos callejones más propios de un zoco árabe, los uigures se encerraban con candados presas del pánico. En estas ratoneras sin escapatoria, familias enteras rezaban a Alá por sus vidas mientras los jóvenes se pertrechaban también con palos a los que habían adherido unos pinchos para repeler la temida invasión Han.
“Necesitamos libertad porque aquí no se respetan los derechos humanos y no podemos decir lo que pensamos ni expresar nuestra religión”, se quejaba Abdusalam, un muchacho de 17 años en paro – como la mayoría de los uigures – que acompañaba a Abdul, otro hombre de 40 años que aseguraba haber perdido a su hijo pequeño. “El domingo por la tarde salió a jugar con otro amigo y ha desaparecido”, sollozaba Abdul, quien teme que su hijo haya muerto porque “la Policía disparaba contra los uigures, niños incluidos, y luego se llevaba los cadáveres en camiones militares”.
Un niño atrapado
Con la tensión creciendo por momentos, uno de los momentos más peligrosos se vivió cuando la multitud creyó haber localizado a un niño de la etnia uigur que había trepado a un árbol. Mientras el pequeño lloraba aterrorizado, la ruidosa turbamulta lo rodeó zarandeando el tronco y arrojándole palos, haciendo temer un brutal linchamiento colectivo. Por suerte para él, varias personas se arriesgaron a defenderlo asegurando que no era uigur, sino Han, y lo rescataron para que fuera salvado por los soldados, muchos de ellos armados con fusiles y metralletas.
La manifestación se había descontrolado hasta tal punto que todo hacía presagiar un baño de sangre. Por ese motivo, el secretario general del Partido Comunista en Urumqi, Li Zhi, se vio obligado a hacer acto de presencia para calmar los exaltados ánimos. Montado sobre el techo de un todoterreno de la Policía y hablando a través de un megáfono, Li Zhi pidió a la multitud que se dispersara pacíficamente. “No podemos destrozar la ciudad ni atacar a los uigures. La culpa no es de ellos, sino de las fuerzas separatistas que actúan desde el extranjero y de Rebiya Kadeer”, proclamó en alusión a la principal heroína de la causa uigur en el exilio.
Sometidos por la fuerte represión del régimen chino, los uigures son ciudadanos de segunda que temen la pérdida de su identidad cultural y no disponen de los mismos derechos que los Han, que han colonizado esta vasta región del oeste de China que tiene tres veces la superficie de España y es rica en petróleo y minerales. Frente a la sociedad armoniosa que propugna Pekín, las abismales diferencias sociales y económicas entre los Han y los uigures continúan encendiendo la mecha del odio interétnico en la China del siglo XXI. Un gigante que aspira a ser la próxima potencia mundial, pero donde su estabilidad es tan artificial que sólo depende de la mano dura del Gobierno.
«Alá es grande, Xinjiang no es China»
Ataviadas con sus tradicionales pañuelos musulmanes, y al más puro estilo palestino, las mujeres hacían un gran alarde de su dolor llorando desconsoladas, gritando mientras se golpeaban el pecho, arrojándose sobre las tanquetas de la Policía y desmayándose en plena calle.
“¡Alá es grande, Xinjiang no es China!”, vociferaban cientos de jóvenes con el puño en alto ante la atónita mirada de las autoridades chinas, sorprendidas por una manifestación tan espontánea que acabó “reventándoles” la excursión que habían planeado para los periodistas.
Como la tensión iba en aumento, el Ejército volvió a movilizar a los soldados y agentes antidisturbios que habían vigilado el barrio durante la noche, quienes, con la llegada de los periodistas, acababan de marcharse tras terminar sus tarteras de arroz sobre la calzada. De inmediato, cientos de militares y policías, pertrechados con escudos, garrotes y hasta metralletas, rodearon a los manifestantes uigures, pidiéndoles que se dispersaran pacíficamente e intimidándolos con tres tanquetas con cañones de agua.
Pablo M. Diez | Urumqi (China)
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Era cuestión de tiempo que se produjera la explosión de la latente violencia en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang. O Uiguristán, como gustan decir los uigures, musulmanes desde el año 934. En este 17% del territorio chino -tres veces España-, a más de 3.000 kilómetros de Pekín, sus 21 millones de habitantes se reparten en dos mundos que viven permanentemente enfrentados.
Los de etnia han, afines al Gobierno central y dominadores de la vida política y social, han septuplicado su presencia desde 1949, representando ya casi la mitad de la población; en parte gracias al Cuerpo de Producción y Construcción, creado en los años 50 con más de 100.000 militares desmovilizados, que da trabajo a tres millones de han, con un control casi absoluto sobre la economía de la región, a los que se añaden las decenas de miles de militares en activo y sus familias.
Un mundo que no comprende el separatismo, tan contrario a los principios comunistas oficiales del país. Incapaz de entender por qué las etnias minoritarias rechazan el progreso llevado por ellos a la zona.
Enfrente, un pueblo uigur que, al igual que las otras 17 minorías de la región -principalmente kazajos, hui y mongoles-, se siente marginado, explotado y oprimido por Pekín, sólo preocupado de su floreciente costa oriental. Considera que sus derechos humanos no son respetados y que el «mundo armonioso» que reza como lema del 60º aniversario de la llegada al poder del Partido Comunista que se celebrará en octubre es una gran farsa.
Los uigures se ven relegados a un campo pobre, en proceso de desertización, e imposibilitados para salir de un analfabetismo próximo al 30%. Y sin acceso a los fabulosos recursos que sus tierras ancestrales ocultan, todavía sin explotar: el 40% del carbón de toda China, oro, uranio, cobre, plomo, zinc y tungsteno; posibles depósitos inmensos de petróleo; millones de metros cúbicos de gas; y un enorme potencial eólico.
Tapón estratégico ante cualquier intento de invasión, ésta es una zona vital para Pekín, potenciada ahora por ser el corredor comercial y energético con Asia Central y Pakistán. Se ha convertido ya en la primera preocupación de seguridad interna para China y en ejemplo de las grandes amenazas que el extremismo -político y religioso-, el separatismo y el terrorismo le pueden suponer en el futuro.
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